(El Triangle, 3 de marzo de 2021) Una cooperante del Fondo de Población de las Naciones Unidas, UNFPA, explicaba recientemente su experiencia en las zonas fronterizas de Colombia y cómo descubrió en un refugio una chica que no se levantaba de la cama. Ella pensó que tendría alguna discapacidad pero lo que sucedía era que tenía la menstruación y no podía levantarse porque no tenía compresas y estaba sentada sobre una bolsa de plástico que le había puesto su madre para recoger la sangre.

Las mujeres y las niñas migrantes se encuentran entre las principales perjudicadas de la pandemia. Una de las primeras cosas que una mujer pierde cuando migra es el acceso regular al saneamiento. La llegada de la covid-19 ha hecho más difícil disponer de una ducha y de artículos de aseo porque se priorizan los alimentos y el agua, pero también porque la llegada de kits con compresas y otros productos sanitarios esenciales como jabón se ha hecho más escasa o inexistente en muchas zonas.

Es uno de los muchos problemas invisibles que esconde esta pandemia y la crisis sanitaria y socioeconómica mundial derivada de ella. Los colectivos más vulnerables, que ya sufrían situaciones de pobreza y vulnerabilidad de manera más aguda, están siendo los más perjudicados. Las mujeres y las niñas, sobre todo aquellas que tienen factores añadidos de discriminación, porque son indígenas, refugiadas, migrantes, o tienen alguna discapacidad, se encuentran entre los más invisibilizados.

En su edición 2020 sobre The Women and Children in times of Covid-19, la organización WeWorld Index, que mide periodicamente el nivel de inclusión de las mujeres y la infancia en 172 países, alerta sobre el peligro de retroceder en los avances conseguidos en las últimas tres décadas en materia de igualdad y hace un llamado a priorizar los recursos que permitan no profundizar aún más en las desigualdades previas a la pandemia.

El informe constata que en dos de cada tres países analizados, las mujeres y las niñas están sufriendo más violencia y más dificultades para acceder a la educación y a la salud, lo que se está traduciendo en más enfermedades y menos recursos de salud sexual y reproductiva en lugares donde la mortalidad materna ya era una amenaza constante. Más de 11 millones de niñas podrían no regresar nunca a la escuela y un porcentaje muy importante verse abocadas a matrimonios forzados y embarazos precoces, además de otras formas de violencia, como el tráfico y la explotación sexual.

Este 8 de marzo, Día internacional de la Mujer, llega en un momento en que más que nunca la desigualdad que sufren las mujeres y las niñas en todo el mundo debería considerarse una emergencia planetaria. Tal y como ha apuntado ONU Mujeres, los objetivos de la lucha feminista deberían enfocarse más que nunca en que la recuperación de la pandemia incorpore la perspectiva de las mujeres y las niñas, tanto en la formulación como en la aplicación de las políticas y programas de respuesta a la emergencia sanitaria y económica. Es necesario reforzar los liderazgos para que ellas sean parte de las decisiones.

Nancy Fraser, filósofa y escritora estadounidense, reflexionaba hace unos años sobre el feminismo y afirmaba que su objetivo no podía consistir simplemente en que algunas mujeres ocuparan posiciones de poder y privilegios dentro de las jerarquías existentes sino en superar esas jerarquías para provocar cambios que beneficiaran a todas las mujeres. Esto, nos decía, implicaba desafiar la división jerárquica y de género entre producción y reproducción que define a la sociedad capitalista y que determina la desigualdad.

Implica también dejar de pensar sólo en las desigualdades que tenemos más cerca, la brecha salarial o la violencia de género que sin duda tenemos que combatir, y poner también el foco en aquellas situaciones extremas que sufren las mujeres y las niñas en todo el mundo. El 8 de marzo es un día para cogernos de las manos y luchar por las que son lapidadas, las que son violadas por los ejércitos en África o que sufren violaciones brutales en la India que quedan impunes. También por aquellas que ni siquiera disponen de una compresa cuando tienen el periodo. Es un día para hacer sentir con toda su fuerza  la hermandad y la solidaridad que desprende la palabra sororidad.

El Triangle, 3 de marzo de 2021

https://www.eltriangle.eu/es/2021/03/03/mujeres-pandemia-y-desigualdad/