(El País, 23 de noviembre de 2020) Queremos vivir sin miedo, reza el cartel. Lo sostiene una mujer con la mirada perdida. Porque desaparecieron a mi hermana, porque mataron a mi prima, porque mi hija no regresó. Nadie pagó por el crimen, no hubo detenciones, ni juicios. Los lamentos resuenan como una letanía. Miles de mujeres se movilizan estos días en México para protestar contra los feminicidios. Crímenes horrendos que quedan impunes en un país en el que la violencia machista acaba al menos con diez mujeres al día. Desde los años noventa, México se encuentra en los primeros lugares de la poco honrosa lista de países con más violencia de género.

En 2004 escribí unos artículos sobre los feminicidios de Ciudad Juárez. Tenía que explicar qué sucedía con las mujeres que aparecían asesinadas con signos de torturas atroces. La mayoría eran trabajadoras jóvenes de las maquiladoras. Se las tragaba la tierra y las escupía, unos días después, descuartizadas. Algunas eran niñas de 12 años. Ninguna de las teorías que se barajó era cierta. Los feminicidios no eran un hecho puntual, sino parte de un fenómeno global, la violencia que sufren las mujeres por ser mujeres. Las de Ciudad Juárez eran pobres, muchas de ellas inmigrantes que sobrevivían solas intentando cruzar la frontera. Era fácil violarlas, torturarlas y matarlas.

Este 25 de noviembre volvemos a hablar de estas cuestiones y nos preguntamos qué estamos haciendo para avanzar. En lo que va del año, han sido asesinadas en España 40 mujeres, ocho en Cataluña. No sólo estamos a la cabeza en feminicidios, también en violencia física, sexual y emocional, según la última Macroencuesta de violencia contra la mujer. No hay una sola explicación para estas cifras, pero sí tenemos la certeza de que los recursos que se dedican para combatirlas son totalmente insuficientes y que no son una prioridad en nuestras políticas públicas. Tenemos una red que llega sólo a una de cada diez mujeres que se estima son víctimas de violencia de género y una ley de 2008 que sigue sin desplegarse porque en 12 años ningún govern, tampoco éste, ha sido capaz de dotarla de reglamento y presupuesto.

La socióloga costarricense Montserrat Sagot dice que el feminicidio es la expresión más dramática de la desigualdad entre hombres y mujeres. Una manifestación extrema de dominio, terror, vulnerabilidad social e impunidad que se expresa también en discriminación, acoso y violencia física. Los feminicidios son la reproducción de una estructura social de dominación que acaba con la vida de las mujeres y que lo seguirá haciendo mientras no tomemos medidas para atajarlo.

En Ciudad Juárez las madres, las hermanas, las amigas, han inundado las calles de murales con los rostros de las desaparecidas. Quizás aquí deberíamos tomar su ejemplo para que las asesinadas dejen de ser un número y recordemos cada día que deberían seguir aquí.

Publicado en El País Catalunya el 23 de noviembre de 2020 (Foto Mónica González, El País)

https://elpais.com/espana/catalunya/2020-11-22/queremos-vivir-sin-miedo.html